La Oficina del CEO: El Secreto Que Cambió Todo Para Siempre

La Confrontación Final

La puerta se abrió lentamente.

Elena Santander apareció en el umbral como una sombra elegante y mortal. Su vestido negro se pegaba a su figura perfecta, pero sus ojos brillaban con una frialdad que helaba la sangre.

"Así que aquí estás", dijo con voz suave y peligrosa.

María se pegó contra la pared, protegiéndose el vientre instintivamente.

"Elena, yo puedo explicar…", comenzó Eduardo.

"¿Explicar qué?", lo interrumpió su esposa. "¿Que embarazaste a la mucama? ¿O que pensabas mantenerlo en secreto para siempre?"

Elena caminó hacia María con pasos felinos. El perfume caro que usaba no podía ocultar algo más siniestro en el aire.

"Tú", le dijo a María, "¿sabes quién soy yo?"

"Sí, señora", murmuró María, sin levantar la vista.

"¿Y sabes lo que les pasa a las personas que tratan de destruir mi familia?"

María sintió que las piernas le temblaban. Los rumores sobre Elena Santander eran legendarios en la ciudad. Empresarios arruinados de la noche a la mañana, familias enteras que desaparecían sin explicación.

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"Elena, déjala en paz", intervino Eduardo. "Si tienes que culpar a alguien, cúlpame a mí."

Ella se rió. Una risa cristalina y terrible.

"Oh, querido, tú ya tendrás tu castigo", dijo sin apartar la vista de María. "Pero ella… ella lleva algo que me pertenece."

María no entendió las palabras hasta que Elena se acercó más.

"Ese bebé", susurró Elena, "es el heredero de mi fortuna. Y yo decido qué pasa con él."

El horror se apoderó de María. Elena no solo sabía sobre el embarazo.

Tenía planes para su bebé.

"Tranquila", continuó Elena con voz melosa. "No voy a hacerte daño. Al contrario. Vas a vivir muy cómodamente."

Sacó un sobre grueso de su cartera de diseñador.

"Cinco millones de dólares", anunció. "A cambio de que desaparezcas después del parto."

María sintió que el mundo se desplomaba. "No voy a abandonar a mi hijo."

"No tienes opción", replicó Elena. "Porque si no aceptas mi oferta generosa, tendrás que lidiar con mi otra propuesta."

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La temperatura de la habitación pareció bajar varios grados.

"Tu esposo trabajaba en la construcción, ¿verdad?", preguntó Elena con falsa inocencia. "Los accidentes laborales son tan comunes…"

María entendió la amenaza. Elena había investigado todo sobre su vida.

"Por favor", suplicó. "No le hagan daño a mi familia."

"Entonces tenemos un trato", dijo Elena, dejando el sobre sobre el escritorio.

Pero cuando María se acercó a tomarlo, descubrió algo que la dejó petrificada.

Dentro del sobre no había solo dinero.

Había fotografías.

Fotos de la noche de la fiesta de Navidad. Fotos de ella inconsciente. Fotos de Eduardo…

Y en la última imagen, estaba Elena.

Observando desde la puerta. Sonriendo.

María alzó la vista, horrorizada. "Usted… usted lo sabía desde el principio."

Elena sonrió con satisfacción. "Por supuesto que lo sabía. Yo lo planeé todo."

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