Nunca iremos a Marte y te explico por qué
La NASA y SpaceX dicen tener planes para ir a Marte, pero en realidad no los piensan cumplir.
¿Realmente podemos viajar a Marte?
¿Alguna vez has soñado con visitar el planeta rojo? Marte, el misterioso y enigmático vecino de la Tierra, ha cautivado la imaginación de la humanidad durante generaciones. Desde las novelas de ciencia ficción hasta las ambiciosas misiones espaciales, la idea de explorar y colonizar Marte ha sido un objetivo codiciado. Pero, ¿es realmente posible que los seres humanos pisen algún día la superficie marciana? En este artículo, te explicaremos por qué, lamentablemente, nunca iremos a Marte.
La realidad detrás de los sueños marcianos
Antes de sumergirte en los detalles, es importante aclarar que no pretendemos desilusionarte ni apagar tu entusiasmo por la exploración espacial. De hecho, somos admiradores acérrimos de esta fascinante empresa. Hemos devorado toneladas de ciencia ficción ambientada en Marte, desde «El marciano» hasta «Marte rojo», «Marte verde» y «Marte azul». Sumando las páginas de estas obras, ¡estamos hablando de más de 4.290 páginas, equivalentes a casi 2,5 Biblias! Así que créenos, si hay alguien decepcionado por no poder ir a Marte, somos nosotros.
Sin embargo, nuestra misión es presentarte la realidad tal como es, sin adornos ni fantasías. Y la verdad es que, por más que nos duela admitirlo, nunca iremos a Marte. Al menos, no de la forma en que muchos lo imaginan.
Las razones por las que Marte es inalcanzable
1. La distancia es un desafío insuperable
Marte no está precisamente a la vuelta de la esquina. Mientras que la Luna se encuentra a una «modesta» distancia de 380.000 kilómetros de la Tierra, Marte se halla a una asombrosa distancia promedio de 230 millones de kilómetros. ¡Eso es 600 veces más lejos! Incluso con nuestra tecnología actual, la comunicación por radio puede tardar hasta 30 minutos en llegar a Marte, convirtiendo cualquier videoconferencia en una experiencia tediosa con un retraso de hasta una hora.
2. El viaje es demasiado largo y costoso
Para llegar a la Luna, los astronautas del programa Apolo tardaban entre 8 y 12 días a bordo de un poderoso cohete. Pero para viajar a Marte, se necesitaría una nave mucho más grande, capaz de almacenar las provisiones y los recursos necesarios para mantener con vida a una tripulación durante un viaje de ida y vuelta de 7 meses. Sí, has leído bien: ¡7 meses! Y eso suponiendo que se aproveche la ventana óptima de un mes en la que, debido a la posición de Marte respecto a la Tierra, el viaje es más corto. Esta ventana solo se abre cada 26 meses.
3. No hay justificación económica
Una misión tripulada a Marte sería, con mucha diferencia, la más cara de la historia. Y aquí radica uno de los principales obstáculos: en Marte no hay nada lo suficientemente valioso como para justificar semejante inversión. El programa Apolo, que envió a los primeros hombres a la Luna, costó la asombrosa suma de 25.000 millones de dólares de la época (unos 257.000 millones de dólares actuales). ¿Y todo para qué? Para plantar una bandera y tomarse una «selfie» en la superficie lunar.
En aquel entonces, durante la Guerra Fría, tenía sentido demostrar la superioridad tecnológica en materia de cohetes balísticos, ya que estos podían ser utilizados como armas nucleares. Pero en la actualidad, ninguna potencia estaría dispuesta a destinar los recursos necesarios para una misión tripulada a Marte solo por el placer de presumir.
4. Las condiciones en Marte son inhóspitas
Incluso si encontráramos un recurso valiosísimo en Marte, el costo de transportarlo a la Tierra le quitaría cualquier valor. Y es que, por más pintoresco que pueda parecer en las fotografías, Marte es un destino turístico bastante miserable.
Durante el día, en el ecuador marciano, las temperaturas pueden alcanzar los 30 grados Celsius, lo cual resulta bastante agradable. Pero por la noche, las temperaturas mínimas pueden descender hasta los -140 grados Celsius. ¿La razón? Marte casi no tiene una atmósfera que pueda conservar el calor del sol.
Y hablando de la atmósfera, este es otro enorme problema. Con una presión atmosférica de tan solo un 0,6% de la que tenemos en la Tierra, si sales de tu nave presurizada o te quitas el casco, tu sangre se llenaría instantáneamente de burbujas, lo que causaría una muerte rápida y dolorosa.
Pero lo peor de no tener una atmósfera como la de la Tierra no es estar confinado a trajes y vehículos presurizados y con calefacción. Es la radiación. En Marte, estás expuesto a dosis letales de luz ultravioleta, rayos X y rayos gamma provenientes del sol, así como a los rayos cósmicos que llegan desde todas las direcciones del espacio. En la Tierra, contamos con una atmósfera densa y un campo magnético que nos protegen de esta radiación, pero Marte carece de ambos.
5. La baja gravedad es perjudicial para la salud
Marte tiene apenas el 38% de la gravedad terrestre. Aunque esto puede parecer una ventaja para clavar unas cuantas canastas, la realidad es que tus huesos perderían una gran cantidad de densidad. Para un viaje de ida y vuelta a Marte, que requiere una estancia de al menos 2 años en el planeta rojo (debido a las ventanas óptimas de viaje), tendrías que hacer un ejercicio intensivo dentro de tu «madriguera marciana» para evitar regresar con osteoporosis severa.
Nuestro sistema cardiovascular y nuestra biología están diseñados para funcionar con la gravedad de la Tierra, no con la de Marte. Esta discrepancia gravitacional haría imposible el establecimiento de una colonia permanente en el planeta rojo.
¿Por qué entonces se habla tanto de ir a Marte?
Si bien es evidente que viajar a Marte no es factible en la actualidad, es comprensible que se siga hablando de ello. Aquí te explicamos algunas de las razones:
- Iniciativas fraudulentas: Algunas iniciativas como Mars One, en la que voluntarios de todo el mundo se ofrecían para ser los primeros en colonizar Marte, eran básicamente estafas diseñadas para recaudar dinero de personas crédulas.
- Atraer inversiones: Empresas espaciales exitosas como SpaceX utilizan la idea de viajar a Marte para impresionar a los inversionistas y hacerlos sentir parte de algo más grande que simplemente mandar cargas al espacio.
- Conseguir fondos gubernamentales: Cada nueva administración de la NASA cambia los planes y ajusta los presupuestos. A la agencia espacial le conviene que el público mantenga su interés en la exploración espacial para que el Congreso apruebe los fondos necesarios. Una misión grande y ambiciosa como el programa Artemis (de regreso a la Luna) es lo que mantiene el interés de las personas y, por lo tanto, asegura el financiamiento para otras misiones científicas menos vistosas pero igualmente importantes.
Cuando la NASA le pide al Congreso un presupuesto para ir a Marte, sabe que, como mínimo, tendrá el dinero suficiente para ir a la Luna. Es una especie de regateo: si pides mucho, recibirás al menos una parte sustancial de lo solicitado.
- Estrategia de marketing: Algunas empresas y organizaciones utilizan la idea de viajar a Marte como una estrategia de marketing para atraer atención y generar entusiasmo en torno a sus actividades espaciales.
La Tierra: nuestro único hogar (por ahora)
Si alguien te dice que iremos a Marte, que lo colonizaremos, que lo terraformaremos o que será nuestra «balsa salvavidas» en caso de que algo le suceda a la Tierra, es probable que esa persona esté desinformada, delirando fuera de la realidad o, simplemente, te esté mintiendo para que inviertas en su empresa espacial.
La realidad es que la Tierra es el único lugar en el universo conocido que hace todo lo posible por mantenernos con vida. Desde su campo magnético y la composición de su atmósfera hasta la gravedad, la temperatura y la abundancia de agua y comida, todo en nuestro planeta está diseñado para sostener la vida tal como la conocemos.
En Marte, por el contrario, absolutamente todo es problemático y hostil para la vida humana. Es como si el planeta rojo no quisiera que estuviéramos allí.
Conclusión: Apreciemos la belleza de la Tierra
Aunque pueda resultar decepcionante, es importante aceptar que, al menos en un futuro previsible, nunca iremos a Marte. Pero lejos de desanimarnos, esta realidad debería hacernos apreciar aún más la belleza y la singularidad de nuestro hogar cósmico: la Tierra.
En lugar de soñar con colonizar otros mundos, deberíamos enfocarnos en cuidar y preservar el único lugar en el universo que sabemos con certeza que puede albergarnos. Después de todo, ¿qué mejor destino turístico que nuestro propio y maravilloso planeta azul?
Esto no significa que debamos abandonar la exploración espacial. Por el contrario, deberíamos continuar estudiando y comprendiendo el cosmos, pero con la consciencia de que, al menos por ahora, la Tierra es nuestro único hogar.
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